Junto con otros cinco compañeros (incluidos mi colega programador Rafa Méndez y Jorge Meléndez) recibí el día de ayer el Reconocimiento a la Construcción Cotidiana de la Radio Pública de parte de Radio Educación dentro de las conmemoraciones por sus 86 años.
A sabiendas de lo caprichosas que suelen ser estas designaciones, no dejó de sorprenderme y, la neta, me sentí muy honrado por la distinción.
No hubo chance de decirlo, pero llevaba preparado esto que, finalmente, me gustaría compartir:
Trabajar en Radio Educación es un orgullo.
Participar en la construcción y consecución diaria de un modelo radiofónico cultural, incluyente, propositivo, experimental, innovador… tan necesario para un país como el nuestro, es un privilegio que debemos aquilatar en su justa medida.
Desde acá hemos podido compartir ideas, conocimientos, vivencias, locuras y tantas otras cosas con un público que tiene claro que al sintonizar nuestra señal se sentirá en casa, nos provocará, nos exigirá, nos reclamará y, chance, hasta nos apapachará.
Este público, nuestros radioescuchas, son el fin de nuestro trabajo. Es a ellos a quienes debemos brindarnos pues es mucho lo que esperan de nosotros y debemos estar siempre a su altura (o cuando menos intentarlo).
Son ellos los que han transformado mi forma de escuchar la música, pues cada nueva rola que llega a mi cabeza, inmediatamente busca un como, un cuando y un con quien pudiera ser compartida pensando en nuestros oyentes. Este proceso es el que produce las programaciones en vivo. La vorágine musical arrojada a los radioescuchas en medio de un torrente de adrenalina sabiéndonos capaces de provocar su sorpresa y su júbilo… su solidaridad inmediata.
Cuando me preguntan que representa para mí la radio, siempre la evoco como una instancia lúdica, creativa y subversiva, capaz de establecer una comunión cómplice con una sociedad necesitada de espacios compartidos, donde fluyan las ideas de ida y vuelta; y esto, créanmelo, sólo sucede en Radio Educación.
Radio Educación, junto con la UNAM, son los más fuertes referentes de mi identidad nacional. Es a través de estas frecuencias donde sé que mi aportación a la sociedad es real, donde recibo la retroalimentación que nuestros radioescuchas me proporcionan, donde cada día existe la posibilidad de hacer algo chido, sin límites… la posibilidad de hacer algo trascendente.
A sabiendas de lo caprichosas que suelen ser estas designaciones, no dejó de sorprenderme y, la neta, me sentí muy honrado por la distinción.
No hubo chance de decirlo, pero llevaba preparado esto que, finalmente, me gustaría compartir:
Trabajar en Radio Educación es un orgullo.
Participar en la construcción y consecución diaria de un modelo radiofónico cultural, incluyente, propositivo, experimental, innovador… tan necesario para un país como el nuestro, es un privilegio que debemos aquilatar en su justa medida.
Desde acá hemos podido compartir ideas, conocimientos, vivencias, locuras y tantas otras cosas con un público que tiene claro que al sintonizar nuestra señal se sentirá en casa, nos provocará, nos exigirá, nos reclamará y, chance, hasta nos apapachará.
Este público, nuestros radioescuchas, son el fin de nuestro trabajo. Es a ellos a quienes debemos brindarnos pues es mucho lo que esperan de nosotros y debemos estar siempre a su altura (o cuando menos intentarlo).
Son ellos los que han transformado mi forma de escuchar la música, pues cada nueva rola que llega a mi cabeza, inmediatamente busca un como, un cuando y un con quien pudiera ser compartida pensando en nuestros oyentes. Este proceso es el que produce las programaciones en vivo. La vorágine musical arrojada a los radioescuchas en medio de un torrente de adrenalina sabiéndonos capaces de provocar su sorpresa y su júbilo… su solidaridad inmediata.
Cuando me preguntan que representa para mí la radio, siempre la evoco como una instancia lúdica, creativa y subversiva, capaz de establecer una comunión cómplice con una sociedad necesitada de espacios compartidos, donde fluyan las ideas de ida y vuelta; y esto, créanmelo, sólo sucede en Radio Educación.
Radio Educación, junto con la UNAM, son los más fuertes referentes de mi identidad nacional. Es a través de estas frecuencias donde sé que mi aportación a la sociedad es real, donde recibo la retroalimentación que nuestros radioescuchas me proporcionan, donde cada día existe la posibilidad de hacer algo chido, sin límites… la posibilidad de hacer algo trascendente.
Estimado Rodrigo:
ResponderBorrarMuchísimas felicidades por el merecido reconocimiento.
Un gran abrazo.
Gracias mi estimado Pingüino
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